miércoles, 22 de julio de 2015

En verano, vistamos a la moda, pero con distinción



Los jóvenes visten según sus intereses y posibilidades.

La moda no existe sólo en los vestidos. La moda está en el cielo, en la calle, la moda tiene que ver con las ideas, la forma en que vivimos, lo que está sucediendo.
 Coco Chanel


En el mundo de la moda siempre hay secretos por descubrir, sobre todo si queremos lucir bien y encontrar nuestro propio estilo, ese que se arma con pequeños detalles y tiene que ver con criterios propios y ajenos, con cánones preestablecidos o con nuestra creatividad.
El universo de la imagen abarca aristas que definen el acabado perfecto: porte, peso, vestuario apropiado para las diferentes ocasiones, peinado, maquillaje, uso de accesorios; pero, sin dudas, un lugar importante en ese cosmos sin límite, lo ocupa la ropa.
Son las féminas las que más “sufren” los dictados de la moda; no obstante, no hay sexo ni edad que se exima de preocuparse por no deslucir en un grupo cuando se lleva “ropa chea”.
En cuanto a lo que es o no ridículo, está fuera de lugar en una actividad determinada o es sencillamente horroroso, varían los criterios.
El verano es una muestra de cuantas tendencias diferentes confluyen. El calor asfixiante de estos días hace que la gente, especialmente los jóvenes, salga a las calles con variedad de modelos y colores, pero siempre tratando de usar un vestuario fresco para atenuar las fuertes temperaturas.
De esta manera es común ver a las muchachas con chores muy cortos, topes o blusas con un hombro descubierto; mientras otras andan con chaquetas y pantalones de mezclilla para proteger del sol los brazos y las piernas.
Pero, no hay un patrón para las pepillas, algunas prefieren las mini y no falta quien luzca una falda larga hasta el tobillo, aunque sea de tela de algodón, que hay de todo en la viña del señor. 
Para los varones es más fácil elegir, solo que en ocasiones andan “demasiado frescos”, en camisetas y chores o pesqueros en lugares y horarios inapropiados.  
Nada, que a vestir y andar a la moda también se aprende, solo que en nuestro país aún falta orientación en este sentido, aunque se aprecian los esfuerzos porque continúe saliendo la revista Mujeres     -con bellos modelos para todas las edades y tipos- y en programas televisivos como De tarde en casa, del canal Educativo, los especialistas aporten consejos y experiencias.
Mientras, en ciudades como la nuestra se siguen haciendo las pasarelas de fines de semana y las artesanas y costureras se esmeran en propuestas diferentes que podemos encontrar en el Fondo de Bienes Culturales o en tiendas de cuentapropistas. 
Dicho de este modo, parece sencillo: las vías para lograr distinción existen, pero no es el caso cuando vamos a elegir la ropa adecuada para una salida, más o menos elegante, y no encontramos en el ropero nada que nos satisfaga.
Nos preguntamos entonces, si no falta también el empeño por nutrir los mercados de tejidos y ropa acorde con las necesidades individuales -sobre todo variada y accesible a nuestros bolsillos- para que cada uno tenga la posibilidad de escoger lo que mejor le quede.
En tanto no tengamos esa opción, se impone vestir con sencillez; elegir la ropa que nos haga sentir cómodos; contar siempre con la calidad de la confección y educar nuestro buen gusto y mejor discernimiento en el campo de la cultura de la moda y sus encantos.


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