sábado, 25 de julio de 2015

Ponle vida al verano cumpliendo las medidas de seguridad

Más vale precaver que tener que lamentar.
Alejandro escuchó el silbato que lo obligaba a detenerse y lanzó por lo bajo una interjección. Rabioso, orilló la moto y se dispuso a tener toda la paciencia del mundo.
Cuando el agente se acercó, respondió al saludo entre dientes, y enseguida aclaró que no iba a exceso de velocidad ni se había llevado ninguna señal de pare.
Con tono firme y una medio sonrisa en los labios, el policía asintió, pero -y señaló la correa del casco del infractor- no se había ajustado bien el medio que debía protegerlo en caso de accidente.
Ni corto ni perezoso, comenzó a llenar el talonario de multas y no valió ninguna explicación que evitara el castigo: 12 puntos en el expediente del conductor y multa de 60 pesos.
Con impotencia y un poco amoscado, el joven “aguantó” el regaño, del cual sacó en conclusión: otro día no me cogen con el casco mal abrochado.
Pasaron unos meses. La tarde de un aburrido domingo de julio, llovió inesperadamente, y aunque el chubasco solo revolvió el calor, el pavimento quedó todo mojado. Alejandro montó en la moto, satisfecho de poder llegar rápidamente adonde se dirigía a festejar con unos amigos.
Antes de salir disparado, revisó el cierre del casco. No se le había olvidado la multa ni la reprimenda del agente. Seguro de que estaba bien abrochado partió veloz.
Casi enseguida, la moto resbaló y rodó por la carretera al esquivar un coche. Alejandro cayó tras unas volteretas un poco más adelante.
Gracias a su previsión, hace hoy el cuento y todavía se estremece por el recuerdo, medio borroso, del chirrido de las gomas al resbalar; luego el impacto del choque y después… nada.
Quienes presenciaron el accidente afirmaron más tarde que se salvó por un milagro. Claro, para los expertos no hubo ninguna magia o casualidad: solo el casco impidió que sufriera una herida o fractura en el cráneo.
Ahora, el joven agradece su previsión, y además a todos los motociclistas conocidos les aconseja usar el casco, “único elemento de protección capaz de atenuar las lesiones en la cabeza cuando ocurre un accidente en una moto y el cuerpo del conductor es la carrocería”.
No usarlo o llevarlo mal ajustado pone en riesgo la vida del motorista y, si se producen accidentes fatales, también se afecta la sociedad por las pérdidas materiales y económicas en el caso de ingresos en hospitales y tratamientos largos y complicados.
La medida está prevista para ser cumplida además por quien monte detrás del conductor.
Según estándares internacionales, la posibilidad de un accidente mortal para el usuario de un vehículo de dos ruedas es 13 veces mayor que para el chófer de un automóvil.
Los cascos tienen una efectividad del 67 por ciento en la prevención de lesiones cerebrales, pero si los conductores no los utilizan tendrán tres veces más posibilidades de sufrir daños cerebrales que aquellos que los descartan.
Disfruta el verano, pero no olvides cuidar tu vida cumpliendo con las regulaciones del uso del casco y todas las que tienen que ver con la disciplina en las vías.

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