El año 2015 ha estado signado por la muerte de miles de seres humanos que escapan de las guerras, la miseria y el hambre.
Las aguas del Mar Mediterráneo, el Eurotúnel, las fronteras, se han
convertido en noticias, casi a diario, por obra y gracia de la
desesperación de quienes huyen del horror y el miedo, de la destrucción y
la muerte.
Algunos expertos han analizado el término «crisis migratoria», y no
parece ser este el que refleje en toda su dramática dimensión lo que
sucede en esa área con saldo de más de dos mil 760 inmigrantes muertos
en lo que va de año.
Sin embargo, las cifras de ahogados y desaparecidos aumentan por
días, y no se vislumbra pueda detenerse el trasiego humano como
consecuencia de la aplicación de las medidas adoptadas por la Unión
Europea.
Decididamente, no se trata de un desequilibrio migratorio entre el
África Subsahariana, Medio Oriente y Europa, el tema tiene aristas más
profundas y todas giran alrededor de la idea de sirios, libios y de
otros países que huyen en masa de la devastación y la desgracia de la
confrontación bélica entre facciones, grupos étnicos o religiosos, pero
también por razones políticas.
A estas alturas, está claro que en Siria no hay, en el sentido recto
de la frase, una guerra civil, pues se conoce que desde afuera se
organizó el escenario y se seleccionaron y entrenaron a los “opositores”
para simular una confrontación interna.
Bajo esta circunstancia surgió Estado Islámico, grupo terrorista
caracterizado por la crueldad de sus acciones, solo comparables con los
desmanes del nazismo en contra de los judíos y otras minorías sociales.
Por supuesto, el poder de Estados Unidos, y de otras potencias
europeas interesadas en acabar con Bashar Al Assad, se encuentra metido
hoy de lleno en el asunto, y lo que es peor, lejos de cejar en el
empeño, incrementa el apoyo a quienes agreden a Siria para lograr un
«cambio de régimen», cuando la realidad indica otro objetivo más lesivo a
la mirada del mundo exterior.
Ahora es difícil prever por cuánto tiempo más se extenderá la guerra
en Siria –principal aportador de migrantes- sobre todo porque se
incrementa la agresión a esa nación y se preparan más «opositores» con
el fin de destruir a Bashar Al Assad.
Recordemos que Al Assad responsabilizó a Europa por dar apoyo a los grupos terroristas.
De acuerdo con lo dicho por el jefe de Estado, la única forma para que
Europa frene la avalancha de refugiados es dejando de apoyar a los
terroristas, ya que son el origen del problema.
Sin embargo, este martes los 28 ministros de Interior de la Unión Europea se reunieron para resolver los problemas más acuciantes asociados al flujo de los inmigrantes y refugiados,
y aunque parezca paradójico el centro del análisis fue la necesidad de
acordar una nueva distribución entre los países miembros de la Unión de
los 120 mil refugiados que en este momento buscan asilo en Europa.
De momento, lograron consensuar un nuevo plan de reubicación de los
refugiados, pese a los votos en contra de Hungría, República Checa,
Eslovaquia y Rumanía, y la abstención de Finlandia.
Pero, ¿será esta la solución? ¿Acaso no seguirán solicitando asilo
más personas desesperadas? Y ¿qué harán para detener los conflictos en
la región?
No se puede esperar mucho más, en tanto, quienes podrían decidir no ven más allá de sus propios intereses.
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