viernes, 28 de agosto de 2015

¿Delincuentes, rebeldes sin causa o víctimas del sistema?


La sociedad estadounidense no está curada del racismo
En Estados Unidos las calles de algunas ciudades se han teñido de sangre por la violencia racial desatada desde el pasado año.
Nombres como el de Michael Brown, Vonderrit Myers Jr., Antonio Martin, Walter Scott, Freddie Gray, Normal Cooper, Mansur Ball-Bey, engrosan la lista de víctimas de la violencia contra los negros en el gran país que tiene a bien cuestionar a otros por no respetar, según sus criterios, los derechos humanos.
Sin dudas, se trata de la Ley del embudo: lo ancho para mí, loestrecho para lo demás, un código moral demasiado flexible, utilizado para encubrir una realidad por todos conocida  y que atañe en esta ocasión a las autoridades policiales e individuos afroamericanos.
Pero, súmense a esos actos de violencia -que terminaron en cada caso con la muerte de una persona baleada por los agentes de la ley- los hechos acaecidos en la iglesia Emanuel de Charleston, Carolina del Sur, o en el cine de Lafayette, estado de Louisiana, por solo citar dos ejemplos, en los cuales dementes adictos a las armas dispararon contra la población, mayormente negra, con saldo de varios fallecidos.
También es bueno recordar las matanzas en escuelas norteamericanas provocadas por jóvenes que portan armas y disparan a sus propios compañeros.
Aparentemente son situaciones diferentes; sin embargo, la esencia del problema sigue siendo la misma: la cultura de esa sociedad se basa en la intimidación, el terror, la represión, el crimen.
¿Qué fueron si no el exterminio de las comunidades indígenas en ese territorio a manos de los blancos que se expandían con afán de conquista y lucro, pero dejando atrás desolación y muerte?
¿Qué son si no el maltrato infantil, a la mujer, a las comunidades de latinos u otras etnias en esa gran nación?
¿Es que se puede esperar otra cosa del país que manda a sus mejores hijos a guerras como la de Viet Nam, o deja caer bombas atómicas sin medir el costo de vidas humanas a corto y largo plazo?
Michael Brown, Vonderrit Myers Jr., Antonio Martin, Walter Scott, Freddie Gray, Normal Cooper, Mansur Ball-Bey y tantos otros que han sufrido por el abuso de la fuerza de quienes se supone debían protegerlos, son víctimas de un sistema hecho para imponerse a partir de la destrucción y muerte de todo aquel que represente algo ajeno a sus intereses.
Personalidades de las artes, la cultura, organizaciones por los derechos humanos, dentro y fuera de Estados Unidos, se han manifestado en contra del incremento de la violencia en ese país; pero, la solución está en un cambio de raíz dentro del propio sistema.
De nada vale que se controle y reduzca la tenencia de armas en la población civil, que se tomen medidas drásticas con quienes apretaron el gatillo en las situaciones mencionadas, si siempre habrá alguien que se crea autorizado y protegido por la ley para decidir sobre la vida y la muerte de los negros y en general de los más débiles: hispanos, judíos y otras minorías.
Hasta el momento y a pesar de cierta disminución en los datos numéricos a partir de los años 80 y 90, la violencia en Estados Unidos crece y al parecer no hay mucha voluntad para acabar con ella.
En los últimos diez meses la gran nación norteña se ha visto sacudida por estos incidentes entre la policía y la comunidad negra, lo que a su vez provocó disturbios en las ciudades de Ferguson, en Missouri, y Baltimore, en Maryland, así como el asesinato de dos policías en Nueva York a manos de un activista negro que se suicidó a continuación.
A tal punto han llegado a exacerbarse los ánimos que el propio Obama ha reconocido que la sociedad estadounidense no está curada del racismo, pero, ¿basta con aceptarlo? ¿Acaso no hacen falta medidas drásticas que pongan freno a la violencia racial en Estados Unidos?
Esperemos que esas medidas lleguen antes de que se repitan los enfrentamientos y tengan que lamentar males mayores.

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