Es hermoso poder disfrutar
de un paisaje en el que predomine el verdor de las plantas y la alegría de la Naturaleza toda. Es
hermoso ver un árbol frondoso erguirse en franco desafío a los vientos fuertes
y a la mano despiadada del hombre.
Desde que existe nuestro
planeta, los árboles han sido fundamentales para la vida y por ello los
apreciamos, aunque no siempre se les ha concedido su justo valor.
Sabido es que los árboles
nos aportan oxígeno y alimento en forma de frutos, además proporcionan madera
con la que desde hace siglos se construyen herramientas, viviendas y muebles.
Entre otros beneficios, los
árboles absorben dióxido de carbono y combaten así el efecto invernadero, previenen
la erosión del suelo en zonas donde hay laderas o pendientes lo cual produce un
lento corrimiento del suelo, además, mantienen la humedad del terreno gracias a
sus raíces y sedimentos.
Purifican el aire, absorben
gases y olores contaminantes como el dióxido de azufre, el ozono o el amoníaco
a través de sus hojas, corteza o raíces, de esta forma contribuyen a mantener
el aire más limpio.
Muchas especies tienen
gran importancia económica ya que se utilizan en la industria farmacéutica,
alimentaria, en perfumería… y la comercialización de sus productos proporciona ingresos
a las comunidades.
Los árboles nos regalan
sombra y disminuyen la temperatura en las ciudades, crean microclimas que
ayudan a refrescar el ambiente debido a que liberan vapor de agua al aire a
través de sus hojas.
También contribuyen a reducir
la contaminación acústica, por eso en determinadas zonas de las ciudades
expuestas a ruidos, como viviendas cerca de carreteras o aeropuertos, se
plantan zonas arboladas.
Las ventajas que nos
aportan los árboles son muchas; sin embargo, han sido los seres humanos los
causantes de que los bosques hayan disminuido considerablemente en todo el
mundo, razón de los esfuerzos que hacen muchos países, entre ellos Cuba, por
desarrollar planes de reforestación científicamente probados y con amplia
participación de toda la sociedad.
Decía José Martí: “las
masas de árboles favorecen las lluvias, dan humedad al aire, evitan que la
tomen de las plantas agrícolas y las agoten; sujetan las tierras y las aguas,
evitan los hundimientos, los arrastres, las inundaciones y los torrentes; dan
frescura al suelo y permiten así que crezcan buenos pastos: son, en una
palabra, los árboles, además de un gran elemento de riqueza, los mejores amigos
de la agricultura y la ganadería.”
Sabias palabras de nuestro
Apóstol quien definió con acierto: “Comarca sin árboles, es pobre. Ciudad sin
árboles es malsana. Terreno sin árboles, llama poca lluvia y da frutos
violentos… Hay que cuidar de reponer las maderas que se cortan para que la
herencia quede siempre en flor y los frutos del país solicitado estén señalados
como buen país productor.”
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