José Martí tuvo
especial inclinación por la música; su espíritu se exaltaba al escuchar las
notas de una bella melodía o al disfrutar la interpretación de una cantante de
ópera como Adelina Patti.
No tuvo Martí una formación
que le permitiera conocer profundamente sobre música. Sin embargo, su intuición
le permitía apreciar cuándo se trataba de una buena puesta en escena, o si la
estrella del espectáculo brillaba realmente por la calidad de sus
interpretaciones.
En Martí, no hacía falta la
academia, pues su fino espíritu captaba lo bello sin mediar ninguna teoría.
Sobre la célebre cantante lírica Adelina Patti escribió hermosas crónicas
llenas de reconocimiento a la excelsitud de su voz incomparable.
Evidentemente, el arte de la
española tocó la sensibilidad del poeta, quien subyugado por sus
interpretaciones le dedicó frases que traslucían la emoción de un devoto
admirador. El joven pudo apreciar su arte en recitales o en funciones de las
obras más apreciadas de su repertorio: Norma
de Bellini y La Traviata de Verdi, entre otras.
En 1881, en La Opinión Nacional,
de Caracas, Martí dijo refiriéndose a la artista:
La naturaleza, como frutas perfectas, como paisajes de
rematada perfección, crea seres humanos avasalladores. Llevan en sí, por
hermosura extrema, o genio extremo, un poder que deslumbra, desvanece o ciega.
(...) Si las criaturas de la tierra, celosos de estos seres mejores, hincan en
su mano blanca el diente airado, su manera de llevar el dolor aumenta la vida
gloriosa que la mordida intentó arrebatarles. De estos hombres, la frente
resplandece como cima no hollada. De estas mujeres, tiene el cutis perlados
matices, y la mirada intensidad de llama, semeja el pie juguetoncillo cisne; el
talle, caña alzada; la mano, beso de niño; la voz promesa de otros mundos,
venidos a verter consuelo y fuerza en éste. Así Adelina Patti.
Adelina, prototipo de la
diva de ópera, fue considerada la cantante más brillante de su tiempo y la
soprano más notable del último cuarto del siglo XIX. De ella, el Apóstol
expresó: “la Patti,
criatura canora, de cristal hecha y plata, que aras merece, y no loas de
plumas”.
Salvador Arias afirma
que “Para José Martí
la música no solo constituía un placer estético, sino que era un preciado
instrumento en la formación plena del ser humano”; de ahí su agradecimiento
y admiración a la cantante Adelina Patti por el regalo de su voz.
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